Three at long

Un viaje introspectivo a través de la trayectoria de uno de los mejores triatletas catalanes de la historia. Sus inicios, sus logros, su aventura olímpica en Atenas 2004, sus momentos más amargos, sus proyectos de futuro y su día a día, explicado en primera persona... ¡Llobet en estado puro!

Podríamos definir mi relación con el triatlón con varios factores: tradición familiar, pasión deportiva, hiperactividad y destreza personal. Como a muchos, un encaje de bolillos, un buen puñado de suerte y una enorme tozudez, me ayudó a vivir esta quimera.

Judo, Baloncesto, Natación y Waterpolo fueron el conglomerado deportivo antes de “recalar” en una joven y extraña disciplina que intentaba hacerse su hueco. Después de quedar un poco desangelado con los deportes de equipo, empecé a combinar, durante los fines de semana, los partidos del Waterpolo y las carreras populares de la zona catalana. En varias de ellas coincidía con el grupo de Triatletas del Bages (Amand Redondo, Jordi Comas, Joan Vallejo, Matías Sala, Jordi Bonet...); conocedores de mi pasado acuático y mis notables resultados en “las cursas”, me animaron a que probara con el TRI.

Sucedía en 1992, durante un verano donde el deporte español vivía un “plus energético”, me dediqué a trabajar, para comprarme una bici de carretera y entrenar para preparar mi debut: Triatló de Sant Viçenc de Castellet (Bages), un evento muy popular, de gran tradición e ideal para debutantes. ¡El resultado fue sensacional! Me “envenenó” de tal forma que me apunté a todas la pruebas que restaban para cerrar la temporada: Banyoles, Palafrugell, Jesús, Sant Feliu de Guíxols...

Palafrugell era una prueba del Circuito Europeo y en ella se encontraban dirigentes de la antigua Comisión Nacional de Triatlón (Enrique Quesada y Marisol Casado); con 17 años me colé en el codiciado Top10. Ofreciéndome entrar en el grupo de talentos que iban a concentrarse en “La Blume de Madrid”, actualmente CAR Madrid. Mi locura por el deporte no dejó escapar esta oportunidad, aunque una nube de temor familiar demoró el viaje a la capital.

Finalmente, después de una concentración previa en Lanzarote con las estrellas del momento como “Tiburón” Godoy, Ramón Ricoy, Antonio Alix, Pablo Sáez, Marcos Barrantes, Maribel Blanco... mi aventura madrileña se puso en marcha.

Cuatro fuimos los privilegiados: Vir Berasategui, Juanjo Serra, Enric Gussinyer y yo, Xavi Llobet. Juntos formábamos el primer grupo de Triatlón en un Centro de Alto Rendimiento Español, dirigidos por el gran Jorge Quesada (ex-pentatleta olímpico) y asesorados por Catherine Davis, canadiense con pasaporte español --una magnífica triatleta de categoría mundial de principios de los 90--. Todos ellos consiguieron que disfrutara de unos maravillosos años en la mítica Residencia Joaquín Blume, conociendo grandes deportistas y gente extraordinaria. Fue una época de gran aprendizaje a todos los niveles, deportivamente, culturalmente e intelectualmente. Personalmente me ayudó a formar y reafirmar mis ideas: “sin esfuerzo y sacrificio no se consiguen las metas soñadas”.

Continuará…